DAÑOS Y PERJUICIOS: ¿QUÉ ES Y POR QUÉ LA LEY EXIGE QUE SE «COMPENSEN» TALES DAÑOS?

Cuando conduzco grupos de discusión sobre casos o cuando estoy elijiendo un jurado, uno de los «temas calientes» siempre es el dolor y el sufrimiento. Las indemnizaciones por daños y perjuicios suelen mirarse con malos ojos. La mayoría de la gente no tiene problemas con las facturas médicas o los salarios perdidos. Esos son articulos que se pueden calcular fácilmente. Pero el dolor y el sufrimiento pueden ser otra historia.

Las indemnizaciones por daños y perjuicios son precisamente eso: indemnizaciones por el dolor y el sufrimiento que una persona padece (en el pasado) y padecerá (en el futuro) como consecuencia de las lesiones que se le impusieron de forma antinatural en su vida sin que fuera culpa suya. Esto incluye dolor físico, dolor emocional y mental como ansiedad, estrés, depresión, miedo y vergüenza. Incluye la pérdida pasada y futura de poder disfrutar de la vida o la pérdida de nuestra capacidad para disfrutar de las cosas que hacíamos antes del accidente. Puede tratarse de la pérdida total de la capacidad para realizar nuestras aficiones o pasa tiempos o de la pérdida de nuestra capacidad para disfrutar tanto de ellas como haciamos antes. Tal vez aún puedas ir de excursión a Red Rock o a la Montaña Charleston o pasar un rato en la playa de San Diego. Pero no lo disfruta tanto porque le duele. Todavía puede hacer ese viaje por carretera a Phoenix en dias festivos para visitar a su hermana, pero sabe que lo va a pagar al día siguiente (y el trayecto de cuatro horas se convierte ahora en un viaje de seis horas porque tiene que parar para salir y estirarse). Puede parecer poca cosa no poder sentarse sin dolor un domingo a ver jugar a su equipo favorito, pero no lo es para la persona que ha perdido la capacidad de sentarse sin dolor durante unas horas antes de volver al trabajo al día siguiente. Esos pequeños tesoros son significativos. Es lo que hace que la vida sea divertida en medio de la presión y el estrés de nuestro día a día.

La ley exige el reembolso de estos daños y perjuicios. No hay otra forma de hacerlo que con un «premio» en dinero. Por cierto, odio ese término, «premio». Las personas que han sufrido lesiones por causas ajenas a su voluntad no han ganado un «premio». Les han arrebatado la salud y la libertad. No es un intercambio justo y no es un intercambio en el que nadie entraría libremente. Mírelo de esta manera: alguien se le acerca y le pregunta «¿cuánto dinero tendría que darle para lesionarse en un accidente, que le extirparan un disco de la columna vertebral, sufrir algún tipo de dolor durante el resto de su vida y perder al menos parte de la capacidad de disfrutar de las cosas que le gusta hacer? También sufrirá ansiedad y estrés, preocupándose de si su cuerpo se estropeará más rápido a medida que envejezca a causa de sus lesiones y de si perderá o no independencia, movilidad y será una carga para su pareja, hijos o amigos» ¿Qué le diría a esa persona? Pero esa es la situación en la que se encuentran los heridos en un accidente. La única diferencia es que no tenían opcion. Les han quitado lo que podría ser lo más importante que tienen, su salud, sin que ellos lo hayan decidido.

El valor del los daños y perjuicios dependerá de lo significativo del dolor y de las pérdidas sufridas. ¿Se pregunta si hay casos en los que están justificados veredictos por daños y perjuicios de 1.000.000 de dólares o más? Claro que si. ¿Esto es la mayoría de los casos? Por supuesto que no. Pero la salud tiene valor y cuando nos la quitan, el único remedio es el dinero. La mayoría de la gente, si fuera una opción, pediría al juez que sacara una varita mágica y les llevara atrás en el tiempo hasta momentos antes del choque y luego hechizara al demandado para que no provocara la colisión o limpiara adecuadamente el derrame de liquido en el pasillo 3. Pero hasta que el viaje en el tiempo sea una opción, ésta es la única forma en que debemos intentar compensar los daños y perjuicios que sufren las víctimas inocentes.